Si te tocase la lotería, si fueras rico… ¿Qué harías?
Seguro que lo has pensado un millón de veces. Viajar, vivir bien, comer de lujo, visitar rincones lejanos paradisíacos, disfrutar de placeres que ahora no puedes permitirte, colaborar con alguna ONG o donar algo de dinero a buenas obras.
Esto último también, ¿verdad?
A todos nos parece algo muy importante contribuir, o poder hacerlo, con la gente más desfavorecida, con los que más lo necesitan. Es del género tonto negar que todos, por mucho que seamos los duros del barrio, tenemos ese sentimiento solidario con los demás. La satisfacción de sentir que has ayudado DE VERDAD a alguien reporta tanto bienestar como el mejor de los tratamientos de salud, según dicen los entendidos.
El asunto es que no somos ricos, al menos la mayoría de los que aquí estamos. Pero hoy me he dado cuenta de que no me hace falta ser rico para ayudar a los demás. Al menos a mí, no. ¿Piensas que a ti sí?
Sólo te pido que reflexiones mientras lees, sólo eso. PIENSA.
Pero PIENSA de verdad, poniéndote en situación. No es nada difícil.
Yo ya me he lanzado a ayudar, he empezado esta misma mañana, y, ¿sabes que es lo mejor? Que he ayudado y ni siquiera lo voy a notar. Y ellos sí.
Y no he tenido que ir muy lejos. Aquí, en mi país.
En Jaén, hermosa provincia andaluza, resulta que hay una asociación llamada DownJaén, que se dedica a luchar por los derechos y la calidad de vida de los afectados por el síndrome de Down. Y que una de las luchas que tiene ahora mismo en pleno frente, y en la que están embarcados mis amigos Juan Anselmo (pincha, no te cortes) y Santiago Rodríguez, es el “Proyecto Duchas Solidarias”.
Duchas Solidarias se basa en conseguir realizar las obras de unos cuartos de baño en el local de la Asociación para el Síndrome de Down de Jaén y Provincia.
Una sencilla obra de albañilería que convertirá un rincón de las instalaciones que poseen para atender a niños y personas con discapacidades, en unas duchas y servicios con las condiciones mínimas que requieren para poder ser utilizados por personas con minusvalía. La obra necesita de un dinero para realizarse, claro, y ahí es donde yo me he dicho…. ¿por qué no? Y he hecho lo que cualquiera de vosotros puede hacer.
Me has prometido que ibas a leer esto pensando, ¿verdad? Así que seguro que lo estás haciendo.
Pues ahora piensa un poco más profundamente.
Piensa en un simple euro. UNO.
El euro que te dejas de propina en el restaurante una de esas veces que vas a comer...
El euro que gastas en una bolsa de pipas, un litro de leche, un mechero nuevo en el estanco, un cupón...
El euro que alguna vez has echado en una máquina tragaperras o has gastado en una primitiva...
Uno de esos euros que te has bebido en las cañas del fin de semana, como hacemos todos...
El café de media mañana que has tomado hoy...
Piensa sólo en uno.
No es nada, ¿verdad? Por mal que estén las cosas, por mucha crisis que haya, por mal que estemos nosotros mismos, realmente…. NO ES NADA.
Ahora imagina a 100, 200, 1000, 2000, diez mil personas regalando uno de esos euros, sólo uno.
Y ahora imagínate cuando andando por la calle te cruzas con esa persona afectada de Síndrome de Down, o con alguna minusvalía, o con algún impedimento por causas de salud que, aunque casi nunca lo pensemos, podría haberte tocado a ti muchísimo más cerca. Y cuando al mirarle recuerdes que TÚ, de alguna forma, con un simple y mínimo donativo, ayudaste a que alguno como él tuviera unas condiciones de vida algo mejor de las que disponía.
Ahora, coge un lápiz y un papel.
Y anota este número de cuenta de CAJA GRANADA: 2031 0402 41 0115402103
Dobla ese papel y métetelo en la cartera, monedero, bolso, etc…
Y ya está. No te pido que hagas nada más.
A partir de aquí, ya es cuestión solamente tuya.
Pero si un día, mañana, o pasado, o la semana que viene, estás por lo que sea en tu banco, y lo ves... sólo piénsalo por un instante. ¿De verdad no puedes prescindir de un euro? Sólo tienes que aprovechar el momento y decirle al del banco que lo mande a ese número de cuenta. Dile que es un proyecto solidario y no te cobrará comisión.
Y tú tendrás un euro menos. O cinco, o los que hayas querido.
Pero algún niño o niña, afectado por el Síndrome de Down estará dándose una ducha o utilizando el cuarto de baño que tú, con tu euro, ayudaste a construir.
Y, ¿sabes? En el fondo, si lo piensas, tú serás mucho más rico de lo que imaginabas. Así que no esperes más.
Porque ya lo eres, por eso has llegado hasta esta línea.
Muchas gracias.