lunes, 12 de diciembre de 2011

Los 12.000

12.000 personas abultan. Si cogemos muchos campos de fútbol de categorías inferiores, podríamos llenarlos.
Pensemos en una familia media, de 4 individuos. Debemos hacernos a la idea de contemplar a la vez a 3000 familias.
Unas pocas eh?
750 padres.  750 madres.  1500 niños y niñas.  Eso abulta.
Unas 30 salas de cine de muchos pueblos llenas. Unos 30 bares a rebosar de gente.
Muchas manifestaciones no reúnen a 12000 personas. Otras sí.
Sea como sea, 12000 personas abultan. Son muchas, hacen ruido, se notan, se advierten.
Pues 12000 son las personas, de media, desaparecidas actualmente en nuestro país. Muchas de forma voluntaria, supongo. Porque si no, no se entiende. Hoy en día, con internet, móviles, cabinas de teléfono, comisarias…si alguien está perdido y quiere que le encuentren, se me antoja muy difícil pensar que no lo consiga. No les encontraran por propio deseo. Supongo, repito.
Pero en definitiva, a lo que iba. 12000 personas desaparecidas son un montón de gente impresionante. Y parece que no nos preocupe. Nos alarmamos puntualmente cuando salta la noticia, más aun si son niños los protagonistas. Pasamos unos días angustiados con la perspectiva de intentar imaginar en nuestra piel el asunto. Cosa que nos horroriza, por supuesto. Seguimos con atención el desarrollo de los acontecimientos durante unos días. Los que los medios de comunicación nos los ofrezcan. En cuanto estos callen, nuestro interés por el asunto se apagará al mismo ritmo que el eco de la información al respecto. Vivimos al día, al instante, y al ritmo que nos marque la tele o radio de turno. Después, como siempre, las cosas les pasan a los demás, nunca a nosotros. 12000 personas en la calle hacen mucho ruido. 12000 personas pidiendo algo suelen ser, como mínimo, escuchadas. 12000 personas reivindicando que se busque con más empeño a la gente desaparecida tienen fuerza suficiente para que se las tenga en cuenta. No son cuatro gatos. Pero claro, ninguno de esos 12000 es de nuestra sangre. Y estamos demasiado ocupados con nuestra vida sin dramas de tal calibre. Por eso para la mayoría de nosotros pensar en 12000 personas desaparecidas, así, en modo “general” se nos hace tan ajeno. Quizá algún día, si desaparecemos alguno de nosotros, quisiéramos pensar que otras 12000 personas, como mínimo, gritan para que se nos busque.
Porque son muchas personas, abultan.


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