Hace relativamente poco tiempo, con el inicio del curso escolar, nos hemos encontrado con que varias Administraciones Autonómicas decidían la necesidad de recortar gastos. Y uno de los rectores establecidos recaía sobre una parte del profesorado interino, exigiendo por otro lado el aumento de horas de trabajo para los profesores con plazas fijas.
Esta medida, como ya sabemos, fue cogida con muchísimo desagrado por parte de los docentes, además de ser mal explicada por los responsables de tomarla. Y la cosa, tal como se veía venir, acabó con un montón de “camisetas verdes” en la calle. Huelgas y movilizaciones para defender la enseñanza pública y los puestos de trabajo de esos interinos. La Administración, según argumentó, no entendía esas movilizaciones, ya que “sólo se pide un esfuerzo a los fijos de dos horas más a la semana”.
De cara a la galería, parecía que el profesorado únicamente dedicaba la jornada laboral a las horas lectivas, sin tener en cuenta las de tutorías, atención a padres, biblioteca, atención especial extraescolar, etc.
Al final, con trabajo, se ha conseguido explicar que lo que está jugándose, lo que está en el aire, son los puestos de trabajo de algo más de 3000 interinos, y con ello, las huelgas y movilizaciones parecen estar justificadas.
Eso sí, lo que no se ha contado mucho, es que a muchos interinos les interesa el tipo de trabajo que ocupan actualmente porque si entran en un concurso para hacerse con una plaza fija quizá acaben (lo más seguro) en un colegio o en un instituto de una zona que no les interesa. Y eso deja claro que el puesto de trabajo que ahora ocupan, aunque sea precario, es el precio que pagan por no tener que mover su lugar de residencia.
Y esto último, aunque lógico, deja como mínimo en “menos justa” su movilización o protesta.
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